Diario de León

Han pasado de ocupar 2.000 km2 a 700 en sólo 25 años

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La extinción del urogallo cantábrico será una realidad a finales del próximo siglo en toda la cordillera si no se le pone remedio. A más corto plazo, parece irreparable el daño sobre el núcleo oriental, correspondiente a los cantaderos de Picos de Europa. El riesgo de extinción lo anuncia el Atlas Climático de las Aves Reproductoras de Europa, donde se predice que el impacto del cambio climático sobre la montaña leonesa fulminará el hábitat del urogallo común, que se desplazará hacia Centroeuropa. La situación de esta gallinácea en León entre 1981 y 1982 era mucho más esperanzadora, puesto que el área de distribución en la vertiente sur cantábrica cubría algo más de 2.000 kilómetros cuadrados. Sin embargo, ahora este espacio no llega a los 700 kilómetros cuadrados, una reducción de aproximadamente el 65%, que es mucho más acusada en el núcleo oriental que en el occidental. Las poblaciones se están extinguiendo por los extremos, es decir, por Palencia y Galicia. La alteración y fragmentación del hábitat natural del urogallo se está haciendo de fuera hacia adentro, lo que provoca un arrinconamiento de la milenaria especie hacia áreas cada vez más recónditas y pequeñas. De los 247 cantaderos conocidos en Castilla y León, un total de 162 se encuentran abandonados y 85 seguirían ocupados. Pero al hablar del urogallo, más que su número lo que importa es la tendencia: durante las dos últimas décadas, las subpoblaciones de la vertiente sur cantábrica, respecto al número de machos, es claramente regresiva y estadísticamente significativa, con una pérdida anual del 2% de los ejemplares.

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