El Gobierno desoye a los dos piratas y afirma que serán juzgados en España
De la Vega dice que nunca se discutió enviarlos a Kenia porque la ley es clara
No hay vía para que los dos somalíes arrestados por la Armada española sean juzgados en su país de origen. Es la última palabra del Gobierno. Las expectativas despertadas por los secuestradores del Alakrana, primero, y por el propio Ejecutivo, después, en torno a una posible extradición de Abdu Willy y Raagegeesey al país africano han quedado mermadas. Si regresan, como exigen los piratas que mantienen retenidos a los 36 tripulantes del atunero desde el 2 de octubre, será después de ser juzgados por la Audiencia Nacional. En todo caso, la última palabra la tienen los jueces. «Lo que hagan -”señaló ayer la vicepresidenta Fernández de la Vega-” estará bien hecho».
En realidad, la opción de que el proceso judicial abierto contra los supuestos compinches del rapto se trasladara a Somalia siempre planteó dudas. Es más, en el propio gabinete de José Luis Rodríguez Zapatero hubo quien lo calificó de «fantasía». El Ejecutivo la lanzó al aire a principios de esta semana, cuando la tensión provocada por el traslado a tierra de tres miembros de la tripulación y la amenaza de los captores de proceder a su ejecución si no se liberaba a los suyos, era máxima. El mensaje, unido a la decisión del presidente del Gobierno de reunirse con los encrespados familiares de los pescadores, rebajó en cierto modo la alarma.
Este viernes el Ejecutivo dio un paso atrás. La legislación española permite que criminales que hayan atentado contra españoles o intereses nacionales en el extranjero sean juzgados en otro país, pero para eso es necesario que éste sea competente y que haya iniciado un procedimiento para investigar y perseguir los hechos. La capacidad de un Estado fallido como Somalia para hacer semejante cosa es cuestionable. El embajador español en Kenia, Nicolás Martín Cinto, negocia con el primer ministro del llamado Gobierno de Transición, Abdurashid Sharmarke, pero éste sólo tiene cierta capacidad de control sobre una de las cuatro áreas en las que está dividido el convulso país.