El PP bloquea el acuerdo autonómico que propone el Gobierno frente a la crisis
Ni una propuesta concreta puso José Luis Rodríguez Zapatero sobre la mesa de la IV Conferencia de Presidentes. Tras casi tres años de carencia, el jefe del Ejecutivo se decidió a convocar por fin este órgano con un objetivo ambicioso: lograr respaldo a su ley de Economía Sostenible y cerrar un acuerdo sobre políticas de empleo. Ni lo uno ni lo otro fue posible.
Los gobernantes del PP llegaban ya mal predispuestos hacia el anteproyecto estrella del Gobierno, presentado en el Congreso hace dos semanas y, justamente por eso, se decidió eliminarlo de manera expresa del orden del día y diluirlo en algo más genérico. Pero la vaguedad de la propuesta gubernamental tampoco dio pie a un apretón de manos.
Zapatero, visiblemente molesto, achacó el fracaso a la actitud irresponsable de los barones del primer partido de la oposición: «Simplemente no se quería que en esta conferencia de presidentes apareciera la palabra acuerdo unánime», reprochó. «Es triste que por un interés partidista no se tenga la altura política ni la visión de interés general de dar respaldo a un documento que contenía el 80% de las propuestas del PP».
Finalmente, sólo el Gobierno, las comunidades socialistas, y Cantabria y Canarias suscribieron un texto -”que no tiene fuerza vinculante-” en el que, entre otras cosas, se propone la creación de un grupo de trabajo que «en el plazo de tres meses» proponga medidas para el reconocimiento de los conocimientos adquiridos por la experiencia profesional; para conectar los sistemas públicos de empleo y para proporcionar ayudas a quienes carezcan de ingresos tras agotar prestaciones y asistencias por desempleo.
Lo que pasó en la cita se veía venir desde hacía ya varios días. Los presidentes populares sostienen que nunca, en los días previos, recibieron documento alguno sobre el que negociar.
Es cierto que el entusiasmo de los barones de la oposición fue siempre escaso. El propio Zapatero ya había llegado a la conclusión, junto a los presidentes socialistas, de que no merecía la pena buscar algo más que una mera declaración de intenciones.