Crónica | antonio montilla
La nueva esperanza del Sáhara
La activista se ha convertido en el icono de los campamentos de refugiados
Aminetu Haidar (El Aaiún, 1967) aunque otras fuentes dicen que nació en 1966 en la provincia marroquí de Tata, posee muchas virtudes, pero la de pronosticar no es una de ellas. En 1987, pensó que era poco probable que Marruecos reprimiera a los activistas por los derechos humanos en el Sáhara ante la visita al país de dos importantes delegaciones de Naciones Unidas y de la Organización de Estados Africanos. Se equivocó. Dos noches antes de que aterrizasen en El Aaiún las misiones internacionales, la Policía del fallecido rey Hassan II llevó a cabo una brutal operación contra dirigentes y simpatizantes de la causa saharaui.
Haidar, que entonces tenía 20 años, fue sacada de madrugada de la casa de sus padres y encerrada en una prisión secreta, donde estuvo tres años y siete meses sin que nadie de su familia supiera, ni tan siquiera, si estaba viva o muerta. En todo tiempo estuvo con los ojos vendados. Fue golpeada y humillada. De allí salió más comprometida con la causa saharaui, más religiosa y con ceguera parcial, anemia y una úlcera sangrante.
En el 2005, tampoco imaginó que la denominada intifada saharaui -”revueltas para reclamar una solución al problema del Sáhara-” tendría consecuencias para ella, sobre todo porque ya era una reconocida activista, tarea por la que había sido galardonada en países como Estados Unidos, España o Francia. Volvió a errar. Fue detenida y encarcelada. Estuvo en huelga de hambre durante más de 30 días, aunque su protesta apenas tuvo repercusión en el exterior.
El 13 de noviembre acumuló otros dos vaticinios erróneos. Pensó que sería detenida, pero en realidad fue deportada sin pasaporte a Lanzarote. Y también erró al pensar que España la rechazaría al no tener pasaporte. Inició una huelga de hambre pensando que solventaría rápida el caso, pero tampoco fue así.
Lo que sí ha logrado es devolver la causa saharaui al primer plano internacional.