Cae en 16 años el consumo de drogas ilegales, pero ya uno de cada tres jóvenes fuma porros
El discurso social sobre el consumo de estupefacientes no es el mismo hoy que hace 16 años, cuando se puso en marcha el primer plan municipal sobre drogas. «Entonces eran más condicionante que recurrente. Se hablaba más del tema. Con el tiempo se ha ido normalizando y cada vez generan menos alarma social». Es la reflexión de Heliodoro Gutiérrez, director del plan desde sus inicios. Admite que en aquellos años no existían programas de prevenció y todo se enfocaba hacia la rehabilitación, pero hay algo que no ha cambiado nada y es que, como siempre, la mayor preocupación eran las drogas prohibidas.
Su consumo ha evolucionado de manera muy distinta en todo este tiempo, sobre todo entre la población más joven. De las ocho sustancias estudiadas en la encuesta escolar que mide el consumo entre los chicos y chicas de 14 a 18 años, en cinco casos su uso se ha reducido -"en algunos casos, notablemente-" y tres de ellas siguen aumentando adeptos, caso de la cocaína y el cannabis. Si el análisis se centra en la población general de 15 a 64 años, el balance es mucho peor: crece el consumo de cánnabis y bebidas alcohólicas, se estabiliza el de tabaco y desciende muy ligeramente el de cocaína y las drogas de síntesis.
Más que la comparación entre dos años, lo que importa a los técnicos del plan sobre drogas es la tendencia del consumo en periodos más largos. Esa lectura permite subrayar que, cada vez, hay menos incidencia del alcohol y el tabaco como consecuencia «de los buenos resultados de la prevención y la evolución de la propia sociedad». La cocaína tuvo un pico en el consumo hace escasos años, pero los niveles están «muy controlados», como los de la heroína, que son prácticamente residuales. El consumo de cánnabis ha aumentado gradualmente hasta hace tres años y, desde entonces, no ha dejado de descender a un ritmo considerable. En este fragmento de la estadística entra la marihuana. Se ha puesto de moda el autocultivo y eso explicaría que uno de cada tres jóvenes lo hayan probado ya. «El aumento del consumo de cannábicos hasta hace tres años era algo ilógico. Lo normal es que aumentase la cocaína, las pastillas, pero no el cánnabis porque culturalmente no estábamos ahí», explica el director del plan sobre drogas de León, segundo plan local desarrollado en España después del experimentado en Guardo. Actualmente, los tentáculos de este tipo de programas se definen desde la Administración central. La Junta de Castilla y León aplica el suyo propio, que a su vez sustenta los planes sobre drogas provinciales -"el de León depende de la Diputación-" y los locales. Las ciudades de León, Ponferrada y San Andrés cuentan cada una con un programa de este tipo. De hecho, León es el Ayuntamiento que más profesionales propios tiene destinados a prevenir el consumo de drogas en relación a sus habitantes.
En el caso de la población más joven, la formada por estudiantes de 14 a 18 años, las diferencias intersexuales no reproducen el mismo patrón que en la población general, según se desprende del balance del último plan regional sobre drogas, publicado el pasado 2 de septiembre en el Bocyl. Para este grupo de población joven se ha constatado la equiparación sexual en el consumo de buena parte de las drogas. Tan sólo en fumar a diario, con un predominio femenino, y en el consumo de alucinógenos y a diario de bebidas alcohólicas, con un predominio masculino, se encuentran las diferencias estadísticamente significativas.
Los grupos de edad de 20 a 29 años y de 30 a 39 años son en los que el consumo de drogas es más frecuente. Los jóvenes son los principales consumidores de tabaco, bebidas alcohólicas, cannabis, drogas de síntesis y alucinógenos, mientras que la población adulta es la que presenta una mayor proporción de personas que consumen tranquilizantes, cocaína y opiáceos. Como toda la vida, en adolescentes son frecuentes las borracheras, los episodios intensos de consumo de alcohol en un espacio corto de tiempo, mientras que el consumo diario de alcohol se concentra en las personas de más de 50 años. Los grandes fumadores tienen entre 40 y 49 años.