«Me fío de Rubalcaba»
Opinión | félix madero
Ya sé que es un riesgo que un periodista titule un artículo de esta forma. Pero, sí, qué quieren que les diga, me fío del ministro de Interior como me fié de Acebes, Mayor Oreja o Corcuera... Es muy difícil sentir que vivimos en una democracia y bajo el imperio de la ley si no hay fe en quien vela por nuestra seguridad. Rubalcaba es un hombre equilibrado, audaz, listo e inteligente. Lo saben en su partido, donde tantas cualidades empalagan a unos cuantos que no las tienen. Y lo saben en el PP, donde muchos dirigentes en privado echan de menos no tener algo parecido o igual sentado en un sillón de la calle Génova.
Convengamos en que un hombre así tonterías no dice. Errores de bulto no comete. Brindis al sol, los menos. El popular González Pons dice que ve a Rubalcaba nervioso y que sus palabras que advierten de un atentado espectacular o un secuestro crean inquietud. Lo último sí, claro, lo primero, no. Rubalcaba es el único político que nunca he visto nervioso. Jamás. Es difícil conocer a alguien con tal dominio de las palabras, con tanta destreza para construir frases que parecen improvisadas, pero que están precedidas de una elaboración artesanal. Imposible hablar con alguien con tanta vocación para el calificativo y maestría para el verbo preciso y contundente.
Como a muchos de ustedes, sus advertencias me crean inquietud, me resultan molestas en Navidad, y en un primer momento me parecieron inoportunas. Hoy no. No es que sepa mucho más que hace tres días, pero hoy creo que, como ayer decía este periódico en su editorial, es más dañino especular sobre el hipotético final de la banda que alertar de sus objetivos. Hoy, último día del año, creo que el ministro, cuando decía que no hay que bajar la guardia, cuando señala a empresarios, jueces y políticos como objetivos de ETA, estaba pensando no en nosotros, no en estos colectivos exactamente. Pensaba y piensa en ETA. Hablaba y habla para ETA. Y a ETA le dice que hará todo lo posible para evitar que utilice las fiestas navideñas como altavoz del mal y el semestre europeo como escaparate. En los próximos meses España será para Europa y el mundo un gigantesco plató de televisión, y ahí ETA no tiene espacio.
Termina el año, empezará 2010 y cada uno irá a sus asuntos. Usted, amigo lector, a los suyos; los políticos y periodistas a los que les son propios. Un periodista nunca felicita a un político, y menos en público. Lo haré con gusto en esta ocasión con el único ministro que siempre parece el de todos los españoles.