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León, no esperes a la primavera

Saltarse el libro de estilo, incluso desobedecer a Fabián, el músico leonés de ese gran disco que tituló ‘Espera a la primavera’ y hacerle caso al revés y perderse por la provincia y sus pueblos. El aviso llega como mensaje subliminal en estas fechas de clima cambiante, que lo mismo coquetea con el crudo invierno que con la pura primavera. La provincia es un tapete perfecto para el hagan juego y viajen, caminen, corran, madruguen y trasnochen, asómbrense, coman, beban, descansen...

León

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Paisaje invernal de Riaño de este pasado enero.ramiro

Perderse es la mejor forma de reencontrarse y la provincia de León puede ser el escenario perfecto para pasar unas jornadas de desconexión de la rutina y conectar de verdad con la buena vida de siempre. Y con el atractivo de añadido de una provincia extensa con todo a mano. Por eso se llama Destinos este suplemento y por eso se brinda en este artículo por siete maravillas, siete. No hace falta decir que hay 7.000, pero en algún lugar también se encuentra el punto final y hay que volver a casa. Esta propuesta transversal es de caminata y mesa, de ensimismamiento ante un paisaje, y acción, de propuestas concretas y genéricas. Es más, no hay fronteras para el placer.

La Maragatería. La Maragatería es una actitud ante la vida. Una forma de estar en el mundo. Si hay un gallego en la Luna, habrá un maragato que le da prestigio y empuje. Desde petroglifos a Gaudí, y la riqueza rural con la capitalidad astorgana se habla de una historia bimilenaria con vestigios anteriores. Tierra de arrieros y de una potencia gastronómica que preside el cocido maragato pero que no evita tener en cuenta sus mantecadas, su cecina y más como virtudes gastronómicas para no perder de vista.

 Panorámica del Palacio Episcopal de Astorga, obra de Antonio Gaudí.  ramiro.

El Bierzo. Aunque El Bierzo es en sí misma una invitación a la mesa, habrá que ganárselo. Las Médulas son obligatorias. O conocer Peñalba, pasear por Villafranca del Bierzo, empaparse de la tradición puede ser un aperitivo espiritual para pasar a la ‘acción’: el botillo, los pimientos, su huerta en general, su carne, sus vinos son tan obligatorios como respirar su naturaleza y clima único.

Las Médulas.  L. DE LA MATA

Tierra de Campos. El sureste leonés es crucial porque sus caminos conducen y comunican León con Castilla. El vino es también aquí un motivo de orgullo. Pero lo es de igual manera visitar los monumentos por ejemplo de Sahagún. El caso es que un bacalao al ajo arriero, o sus quesos, la caza y sus legumbres pueden coronar de manera excepcional una visita por una zona de la provincia en la que siempre se disfruta.

La Sobarriba. En el entorno de la capital de León, la Sobarriba es una vía de escape a pocos kilómetros del asfalto. Algo es algo. además de orgullo de los que la habitan.

Valdeón. Un territorio único. Y una propuesta de excepción para los amantes del turismo de montaña y naturaleza en el Parque Nacional de los Picos de Europa. Eso sí, sin que eso disuada a los que no estén dispuestos a una actividad excesiva. A todos les esperará uno de los manjares de la provincia: el queso de Valdeón. No hace falta más.

Collado Jermoso desde el Hoyo del Llambrión con la vista al fondo del Valle de Valdeón. rubén gonzález

La Cabrera. En busca de la calma y la potencia paisajística, La Cabrera puede ser la mejor opción y una apuesta segura por el origen y la comida casera.

La montaña de Riaño. Pongamos que hablo de Crémenes. Como destino, por supuesto, que lo primero es antes, pero también punto de partida. La calzada romana, andando, obligatoria. O en coche, a Riaño, el pantano leonés de moda. O, tan cerca que hay que ir: Corniero, Villayandre y Argovejo. Mirar al cielo y ver la belleza de sus montañas o mirar abajo al Esla, el río de la vida. Infalible.