En el país de los cuentos
La ilustración es uno de los capítulos más difíciles del arte. Para ilustrar libros hace falta tener un dominio total de las diferentes técnicas pictóricas y, sobre todo, conseguir un pacto con el diablo para obtener el permiso necesario para circular libremente por los ignotos mundo de la imaginación. En la Sala Gaudí, del edificio de Botines, nos encontramos estos días, como una aportación más a la vecina Feria del Libro, con una espléndida exposición de ilustraciones de María Luisa Torcida, asturiana residente en Gijón que tiene una gran vinculación con la capital leonesa, en la que pasó una buena parte de su infancia y de su adolescencia. Dice María Luisa que le gustan los animales que hablan y sobre todo las personas que los entienden. Es, sin duda, un buen lema para adentrarse en el mundo fantástico de la ilustración de libros para niños. En la muestra que estos días presenta en la sala Gaudí se puede apreciar, a través de más cien dibujos originales, cual ha sido su evolución a lo largo de los quince años de su carrera como ilustradora. Se presenta como gran dominadora del dibujo, con una caligrafía original, pero también con una adecuada adaptación a los distintos textos que le ha tocado iluminar con sus imágenes. Son ya más de cincuenta los libros en los que ha participado, pertenecientes a las editoriales más importantes del país: Anaya, Bruño, Edelvives, Everest, Santillana, SM, Vicens Vives... Su mayores virtudes son la imaginación con la que crea sus míticos personajes y el dinamismo que preside las composiciones de sus dibujos. Una auténtica delicia que solamente los niños podrán comprender y valorar.