Un dedo amputado

Sin motivo aparente es una estimulante película de cine negro. Es buena no sólo por lo que cuenta, sino por cómo lo cuenta. El director, Bob Rafelson, está especializado en adaptaciones de novelas de serie negra, consiguiendo óptimos resultados con dos de James M. Cain: El cartero siempre llama dos veces y Sangre y vino . Como en aquellas, Rafelson mantiene en esta un pulso continuo y firme, bien poseído por el alma oscura de Dashiel Hammett, que es el autor en el que se apoya el director para su nueva película.Hammett y la serie negra clásica están actualizados con rotunda elegancia en Sin motivo aparente . El policía, interpretado por Samuel L. Jackson, es atípico: toca el cello, es diabético y se mete en líos para curarse la mala conciencia. El malvado ­­-genial Stellan Skarsgard- es un ogro tristón, una bestia que prefiere no matar pero que tiene atrapada, con un profundo terror, a la Bella. Milla Jovovich encarna a una femme fatale canónica de tacones altos, que desnuda su pie como una Tristana cualquiera, para enseñarle al policía el muñón del dedo que la bestia le arrancó. Ese primer plano, casi médico o pornográfico, haría las delicias de Buñuel y queda grabado en la mente del espectador como el estigma de la heroína. El resto de la extraña banda, digna de El halcón maltés, se completa con dos ancianos y un psicópata que son un homenaje al género. Y al final la frase del maestro: «La mejor forma de perseguir algo es que te persiga a ti». Sin motivo aparente. EE.UU. 2002. Director: Bob Rafelson. Intérpretes: Samuel L. Jackson, Milla Jovovich. 96 minutos.