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Sí, el dios de las muecas
La risa es universal, pero no así lo que la provoca. Qu el canadiense Jim Carrey sea una estrella de la comedia en Norteamérica no implica que haga gracia a todo el mundo. Sobre todo si su especialidad son las muecas y se paga películas a la medida para poder lucirlas. Uno de los momentos más hilarantes de Como Dios a ojos de un espectador americano es cuando el protagonista aplica su particular venganza sobre el presentador rival, obligándole a desplegar un catálogo de disparatados recursos gestuales cuando ya está ante las cámaras. Esa larga secuencia, aquí se sitúa en plena zona cero de la gracia... Ninguna. Encontramos inexplicable que esta comedia sea uno de los grandes éxitos del año en sus pantallas cuando luce varias vías de agua y un serio problema de soberbia al recurrir a un clásico como Frank Capra para reivindicar su espíritu, aunque no sus mañas. Al margen, la estomagante manía de Hollywood de flirtear con el cielo y sus angelicales criaturas, que esta vez alcanza al mismísimo Dios, se nota que Carrey buscaba un éxito que justificase sus elevados salarios. Consiguió su objetivo, pero en absoluto mejorar su prestigio. Quizá porque el público le ve más como el campeón de las muecas, que como el convincente actor en la injustamente olvidada The Majestic. Previsible de la A a la Z, cualquier espectador en su sano juicio hará una lectura contraria a la pretendida por Carrey. A excepción de Freeman, situaciones y personajes coquetean con la subnormalidad. Como Dios. (Bruce Almighty). EE.UU. Director: Tom Shadyac. Intérpretes: Jim Carrey, Morgan Freeman, Jennifer Aniston. Comedia. 101 minutos.