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El actor Iam Holm es, sin duda, lo mejor de la película

Publicado por
Rosa R. Porto
León

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Ciertas pelis chirrían a inglesas con la misma infalibilidad que el té de las cinco o el Bib Ben, y Mi Napoleón es una de ellas. Y es que, ¿dónde si no en las Islas se les ocurriría rodar una comedia con el corso más famoso de la historia como protagonista? Para más inri y disfrute de cabezas flemáticas, se juega con la transformación del arrogante emperador en un feliz pequeño-burgués. Si unimos a este humor con retranca una impecable ambientación y, por supuesto, un reparto de sobresaliente, tenemos el british pack al campleto. Con esta nueva apuesta, Uberto Pasolini, el productor de Full Monty, ha decidido cambiar de registro. Evidentemente, que no espere forrarse de nuevo con una rareza de este tipo, porque está cantado que no va a cuajar en taquilla. A pesar de no ser ninguna maravilla, Mi Napoleón mantiene un tono general de agradable correción. No es para menos, porque nobleza obliga. El género histórico es, desde tiempos venerables, especialidad del cine hecho al otro lado del Canal de la Mancha. Prueba de ello es que, con ésta, ya son tres las ocasiones en que Ian Holm ha encarnado a Bonaparte. Curtido en mil batallas, casi siempre como secundario, este actor nos ofrece aquí una interpretación llena de matices e ironía que, sin duda, es lo mejor de la peli. Si no fuese por la entidad de la que dota a tan complejo personaje, saldrían a relucir las limitaciones de un guión que trata de sacar partido a los tópicos. Con todo, se disfrutan entre sonrisas ciertos momentos brillantes, como el de la visita a un Waterloo convertido en pasto de guiris. Mi Napoleón. Gran Bretaña (2002) Director: Alan Taylor. Intérpretes: Ian Holm, Iben Hjejle, Tom Watson.

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