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¡Nunca más!

Una escena de la ópera «Fantochines», en el Auditorio de León

Una escena de la ópera «Fantochines», en el Auditorio de León

Publicado por
Miguel Ángel Nepomuceno
León

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Hay veces que las obras que han permanecido durante décadas desconocidas o en estado de letargo, deberían continuar de ese modo por los siglos de los siglos, más por el bien de quien las escribió que por quienes las suben a los escenarios, ya que hacen un flaco favor tanto al creador como a los intérpretes. La ópera bufa o más bien sainete cómico musicado que es Fantochines , del madrileño Conrado del Campo y que el Festival de Música Española ha querido dar a conocer a los leoneses por medio de la Compañía Lírica Martín i Soler, fue un fiasco en todos los sentidos. En primer lugar, la obra no era como se dijo, para niños, ya que los pocos que había se aburrieron soberanamente, porque sencillamente no entendían nada. Tampoco era para los adultos, porque, exceptuando la excelente música y la buena ejecución de la pequeña orquesta, el resto de los intérpretes no se les oía más allá de la cuarta fila. La soprano Carmen Plaza tiene una voz corta, de feo timbre y pésima dicción, que no la ayudó en absoluto a la hora de hacer llegar su canto al respetable. Aunque su gestualidad y forma de entender el personaje fueron correctos y su tesitura de lírico ligera la permitió encaramarse en algunos pasajes a la zona más aguda, no logró conectar con el público, que, en líneas generales, se aburrió. Algo similar le sucedió al tenor, Ángel Castilla, de voz aún más corta, que no logró convencer con un personaje que estaba muerto antes de nacer. El barítono Miguel A. Viñe corrió mejor suerte con su particella , ya que su voz posee mayor potencia y una vocalización más apropiada. La dirección, correcta; los decorados, sencillos; y las marionetas, meros comparsas.

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