Diario de León

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Entre el delirio y el éxtasis

Max Bragado dirigió magistralmente a la Joven Orquesta Nacional de España

Max Bragado dirigió magistralmente a la Joven Orquesta Nacional de España

Publicado por
Miguel Ángel Nepomuceno
León

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Hay conciertos que se definen por sí solos como extraordinarios con sólo escuchar y ver a sus ejecutantes la forma que tienen de entender y en especial de trasmitir la música. El que los aficionados leoneses tuvimos la suerte de presenciar el pasado lunes como colofón a una temporada impecable de conciertos, fue de otra dimensión. Aunque la Joven Orquesta Nacional de España ha gozado desde siempre y con todos los honores de los plácemesde crítica y público es conveniente revisar los últimos trabajos porque la plantilla se renueva y los directores también. Con todo el aforo vendido, excepto el fondo norte, y una nutrida representación (cinco concejales) del nuevo equipo de gobierno del Ayuntamiento, encabezados por su alcalde, se iniciaron los siempre agradecidos Fuegos artificiales, de Haendel, en una versión que pecó de demasiado impactante y poco definida. Max Bragado quiso experimentar con una formación a lo grande, en la línea señalada por el autor _24 oboes, (hoy se suele escuchar con cuatro), 12 fagots, (hoy suelen ser dos) nueve trompas, (tres), nueve trompetas (tres) más la percusión y la cuerda- y el resultado fue que los 97 miembros de la orquesta hicieron demasiado ruido con el viento metal y sepultaron al resto de las secciones. Las frases quedaron emborronadas y el sonido no tuvo la  diferenciación de planos que requería. Espléndido el trompa en la Siciliana (La Paix) y muy bien en general la madera pese a lo apuntado. La Quinta de Mahler fue absolutamente electrizante. Bragado diseccionó cada fragmento de esta marcha hasta dejarla convertida en una lección del más acabado sinfonismode salón. Apoteósico.

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