Los ardores de la televisión

?isto el miércoles en la primera edición del Telediario, en TVE-1: Arde Burgos , decía el titular sobreimpresionado en pantalla mientras el locutor explicaba los daños letales del fuego que está asolando esa provincia, pero las imágenes que veíamos eran las del alcalde de Marbella, Julián Muñoz, prodigando saludos en la vía pública. Luego llegó la viceversa: mientras el titular impreso glosaba el follón político marbellí y el locutor nos hablaba de lo que allá se cuece, en pantalla veíamos las imágenes incandescentes de un incendio atroz en la serranía burgalesa. El error no debe de haber hecho ninguna gracia en Burgos; quizá tampoco en Marbella. Pero ahí hay humor, como suele haberlo -salvaje- en el reverso de toda desgracia. Dicen que el humor siempre es humor negro. Entre otras cosas, porque el humor es una de las pocas muletas que nos ayudan a sobrellevar una existencia regularmente tenebrosa o, por lo menos, gris. Todos los tiempos han sido difíciles. Yo creo que por eso el humor negro es tan viejo como la humanidad. Y así, con humor, hay que tomarse este gigantesco gazapo veraniego del Telediario de TVE-1. Porque, además, ocurre que el involuntario cambalache de imagen y texto no deja de tener su cosa. En efecto, uno imagina que dentro de los implicados en el escándalo político de Marbella no hay sino exactamente eso, un incendio de primera magnitud con llamas que muerden las carnes mullidas de don Julián y don Jesús (y de las doñas que corresponda), mientras que, a la inversa, el culebrón político-sentimental de la ciudad malagueña ha hecho que arda ya no Burgos, sino España entera, que está siguiendo esa historia con ánimo aún más estupefacto que el que suscita el follón madrileño. Dicen que la mejor cuota de pantalla del verano ha sido para el primer gol de Beckham, pero aún queda mucho estío para ver si el enfrentamiento Gil-Muñoz en Telecinco la supera.