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Demasiado riesgo al final

Arnold Swarchzenegger sujeta un brazo del padre de los terminators, el T-1

Arnold Swarchzenegger sujeta un brazo del padre de los terminators, el T-1

Publicado por
Jesús López de Uribe
León

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El cine es un compendio de diversión, originalidad y sorpresa. La Rebelión de las Máquinas es una película que cumple dos de las tres condiciones, pero que falla estrepitosamente en la segunda. La tercera parte de Terminator es divertida, no cabe duda, y satisfará el ánimo de aquellos friquis aficionados a las películas de culto entre esa tribu urbana amante de la ciencia ficción. Sin embargo, todos los efectos especiales y el argumento no hacen diferir a T-3 de la segunda parte en nada, salvo que no repite Edward Furlong como John Connor -el líder en el futuro de la resistencia humana contra las máquinas-, que no actúa Linda Hamilton -que interpreta a su madre, a la que el frío Terminator con acento austríaco del desconocido Swarchzenegger quería eliminar en la primera película- y que tiene un final nada convencional para el espectador siendo una película de acción de Hollywood. Pero aunque la película estrenada estos días parezca más bien una revisión de la segunda parte, ya que posee el mismo argumento aunque un poco maquillado y muestra casi las mismas escenas de persecución -la obsesión por los camiones es notable-, hay que reconocer que evita con acierto la moda Matrix en efectos especiales. Eso sí, la nueva terminatrix, Kristanna Locken, es más fría y terrorífica que su predecesor; el terminator de Swarchie no da la talla -se le nota mayor y el personaje sólo le sirve para hacer bromitas- y la interpretación de Nick Stahl -que sustituye a un acabado Furlong que, por su situación de alcohólico, pegaría mucho mejor que él para el papel- deja mucho que desear. Se salva Claire Danes -sustituyendo al rol de Hamilton-, dando dignidad a la historia. Sólo el arriesgado final podría hacer buena a la película, pero aún así ésta no deja satisfecho sumando aciertos y desaciertos. Sobre todo dejando como dejan la puerta abierta a una cuarta parte que sería difícil que rodara un gobernador de California.

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