Confiesa o disparo

Aparte de ser Última llamada quizá el mejor filme de Schumacher junto a Un día de furia , es lo más interesante del carrusel madie in Hollywood llegado a las carteleras españolas durante el verano (se filmó en doce días de diciembre en el 2000, pero el 11-S y el francotirador de Washington retrasaron su estreno). Por lo atípico del guión, por su sobria realización y por adscribirse al thriller desde una óptica al margen de la nadería y la pirotécnica habitual, la misma que satura el género de persecuciones y coches para el desguace, ruidosas explosiones e interminables tiroteos. El detalle de que Larry Cohen (un grande del terror de serie B y autor del libreto) interesase al maestro Hitchcock en su idea hace ya algunas décadas, marca con claridad un tono que incluye el componente moral tan querido al género. El protagonista es un trepilla, un egocéntrico despreciable, un pobre diablo de los muchos que nutren el mundo fashion de la Gran Manzana neoyorquina. El día que entra en una cabina telefónica, vivirá una pesadilla que le llevará a confesra públicamente sus patrañas ante las cámaras de televisión, la policía y los curiosos que se agolpan en el lugar. Lo provocará un francotirador psicópata erigido en juezsupremo. El amenazado comienza siendo un antipático que incita a la compasión; y el amenazador, un psicópata que acaba cayendo bien... Schumacher olvida su escepticismo hueco y colorista (como sus Batman foreve r y Batman & Robin ) y opta por un tono más clásico con el único añadido del recurso a la pantalla múltiple en algunos momentos. Y Colin Farrell advierte de su potencial dramático.