La muerte de la Riefenstahl

Ha muerto uno de los grandes nombres en la historia de la creación audiovisual: Leni Riefenstahl, alemana. Ha muerto sobrepasando el siglo, como Ernst Jünger y Carl Schmitt, ambos igualmente controvertidos, aunque no siempre con la misma razón. Actriz, cineasta y fotógrafa, donde más brilló Leni Riefenstahl fue en el largometraje documental, disciplina que cultivó durante toda su vida. Quien mejor ha contado la noticia ha sido el informativo de Canal Plus, donde Marta Reyero leyó una crónica muy completa y bien medida, subrayando las aportaciones de la Riefenstahl al documental cinematográfico: cámaras móviles, imágenes aéreas y variedad de planos que han pasado a formar parte de los recursos permanentes de cualquier cámara. Todos los documentales que usted ve en la tele le deben algo. Precisamente los pecados que han lastrado su fama durante más de medio siglo son dos obras maestras del género: El triunfo de la voluntad, que es una larga crónica de un congreso nacionalsocialista en Nuremberg, y Olimpia, sobre los Juegos de Berlín en 1936. El primero envió al mundo una imagen sencillamente fascinante del poder hitleriano. El segundo, quizá mejor técnica y artísticamente que el primero, logró el prodigio de recrear casi literalmente la estética griega de los juegos olímpicos con un despliegue de recursos visuales que ha enamorado a maestros como Coppola, por ejemplo. La segunda mitad de su vida, a partir de 1945, buscó otros escenarios. Como suele ocurrir con personajes de este tipo, la muerte de Leni Riefenstahl ha vuelto a poner de relieve la incomodidad que produce la memoria del totalitarismo.