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Vuelve el encierro voluntario
Vuelve Gran hermano . Qué bien. A borbotones exudo entusiasmo por todos los poros. También los 3,7 millones de espectadores que lo convirtieron en el espacio más visto del día. Para presentar la nueva edición, Mercedes Milá tuvo la ocurrencia de reunir en un solo plató a todos los concursantes que en Gran hermano han sido acompañados por varios periodistas del ramo televisivo y cardiaco. Le confieso a usted que no me apetecía absolutamente nada ver a todos los veteranos de Gran hermano reunidos a mogollón: si ya me cuesta mucho soportarlos individualmente, imagínese usted cuando se presentan en colectivo. Y eso sin contar con la eventualidad de que alguien sacara allí mismo una navaja, digo más, un cuchillo jamonero. Pero puse Telecinco porque me habían dicho que en el debate iba a aparecer Vali Sámano, la púber canéfora de El Semanal TV, que ha pasado por la experiencia de vivir veinticuatro horas en la casa de la Milá con otros periodistas. Me interesaba saber qué pensaba Vali sobre el asunto. Me quedé con las ganas, porque no la dejaron hablar; ni a ella, ni a nadie: en ese corral sólo se alza con la palabra quien grita más fuerte. Hay que citar la destacada participación del Yoyas, el muchacho aquel de mano ligera y desenvuelta lengua. No enjuiciaré sus apasionantes intervenciones: a mí la mera imagen de este chico me trae a la cabeza antiguas invocaciones sobre la conveniencia de las bofetadas a tiempo. A todo esto, España es el único país del mundo en el que Gran hermano ha sido capaz de llegar a cinco ediciones. No digo más.