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De la lágrima a la sonrisa
Ha cundido el desánimo en el mundillo deportivo por el pobre balance de la selección española de fútbol. Por fortuna, vaquillas tenemos que nos pagan otro toro Barroso, y así el domingo, en La 2, pudimos asistir en directo a dos triunfos mundiales de deportistas españoles: en motociclismo y en ciclismo. El que La 2 se haya convertido en canal temático los fines de semana es una pesadez, pero al menos tiene la ventaja de que de vez en cuando pasan estas cosas. El primer laurel del día fue la victoria de Dani Pedrosa en el campeonato del mundo de 125 centímetros cúbicos. Vimos al joven motorista, llorar ante el micrófono que le requería unas palabras. Lágrimas que eran lo que el micrófono requería, porque no hay cosa más emocionante para el aficionado (ni más eficaz para la tele) que esa expresión máxima de la alegría, que tanto se parece a la expresión máxima de la tristeza. Si las lágrimas de Pedrosa duraron poco, las de Astarloa fueron largas y pertinaces. El ciclista acababa de ganar el campeonato del mundo. Vimos en La 2 el final de la etapa, el esfuerzo supremo de los últimos kilómetros, el gesto de tensión extrema. Luego entró en meta, distanciado de sus perseguidores, sin casi sonreír y santiguándose a dos manos; sólo en el amén se permitió una leve sonrisa. Detrás llegaba otro español, Valverde. El episodio tenía altura de acontecimiento, aunque el primer micrófono que se le puso delante a Astarloa no fue el de TVE, sino el de la SER; no sería justo ignorar el dato. En la primera, mientras tanto, el Telediario entrevistaba a Juan Carlos Ferrero; lo suyo hubiera sido estar en directo con la gesta ciclista. Cuando sonó el himno, Astarloa lloró. La Hispanidad salió redonda.