| Crítica | Cine |
Inmenso Clint Eastwood
Clint Eastwood es ya uno de los cuatro o cinco realizadores indispensables de nuestro tiempo. Más joven que nunca, si por juventud se entiende la asunción de riesgos o la libertad para abordar propuestas que no buscan la fácil complacencia, el director vuelve a ofrecer una demoledora radiografía moral de EE.UU. Bajo la apariencia de un thriller -el goloso caramelo que servirá para enganchar a quienes desean permanecer cómodamente en la superficie-, Eastwood ofrece un ejemplar estudio sobre la violencia y sus implicaciones, sobre cómo una comunidad puede vivir alimentando odios ancestrales, que regresan del pasado para volver a invocar la tragedia, y tejer un opaco clima de complicidades que garantizan la supremacía de los más fuertes. Tres niños se enfrentan a una experiencia traumática cuando uno de ellos es violado. El episodio maldito gravitará siempre, inexorablemente, sobre sus existencias. Al crecer, la tragedia les visita de nuevo: la hija de uno de los amigos es asesinada. Pocas veces unos personajes de ficción cobran vida en la pantalla con la intensidad, la hondura y el patetismo que esos genios llamados Sean Penn y Tim Robbins confieren a los suyos. Pero lo que hace del filme una moderna obra maestra es el oficio de un realizador cuyo estilo se nutre de un prodigio de transparencia, contención y sobriedad para centrarse en lo esencial: hablar de lo que pasa. En ese sentido, el desolador paisaje moral que transmiten sus personajes es la metáfora de una nación en crisis, como últimamente no se cansan de exponer sus más finos retratistas. «MYSTIC RIVER»: EE.UU. 2003. Dirección: Clint Eastwood. Intérpretes: Sean Penn, Tim Robbins, Kevin Bacon.