Intolerable para los Coen

Crueldad Intolerable es, de momento, la gran decepción del año. En rigor, no podemos decir que sea mala pero sí floja por venir de los Coen. Incluso resulta pero que El gran salto , lejos de genialidades anárquicas como El gran Lebowski o Arizona Baby y a distancias siderales de sus muchas obras maestras: Sangre fácil, Muerte entre las flores, Barton Fink, Fargo, ¡O Brother! y El hombre que nunca estuvo allí. Por primera vez, los hermanos parecen domados por la maquinaria de Hollywood, intentando suavizarse cara a la taquilla. Su sátira sobre el aparato judicial americano queda deslída en esta estructura de película de guerra de sexos, tipo Howard Hawks. Y eso que en la perversión de géneros los Coen siempre se han movido bien, como Polanski. Después de unos créditos maravillosos, hechos con recortes neorrománticos de cupidos, flechas y corazones que se rompen, y de un arranque brillante sobre un plano médico de los blanquísimos dientes de George Clooney, todo se viene abajo. La dualidad fraternal sigue con sus chascarrillos, riéndose con la belleza de la estrella, dándole colutorios para su dentadura de Clark Gable, como hacían en ¡O Brother! con la loción y las redecillas para el pelo. También hay freakies cotidianos de la cuadra Coen: varones perversos, detectives con vocación mediática, un jefe sin intestinos o un asesino a sueldo asmático... Pero esta historia de amor entre carnívoro-abogado canalla y experta en divorciarse de ricos falla por un exceso de respeto a Clooney y Zeta-Jones. «Crueldad intolerable». EE.UU. 2003. Dirección: Joel Coen. Intérpretes: George Clooney, Catherine Zeta-Jones, Geoffrey Rush. Duración: 98 minutos.