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| Crítica | Cine |

Hipervelocidad y persecución

La serie «Nikita», que alcanzó gran popularidad, se basó en la película francesa

Publicado por
Eduardo Galán
León

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A pesar del chovinismo, la industria del cine francés siempre ha sufrido una clara tendencia a copiar el cine americano. Lo hicieron en los años cincuenta y en décadas posteriores, con el cine negro y lo viene haciendo desde los setenta con el policial de acción. Quince años atrás, Nikita fue un hito, copiado más tarde por los propios yankis y Taxi , Nido de avispas , Yamakasi o Wasabi son algunas de las últimas muestras en las que debemos integrar Riders . La película del veterano Gerard Pirés, es un calco de los modelos americanos de acción, sin que se note para nada la diferencia gala. Además está rodada en inglés, con actores americanos de segunda fila y filmada en Montreal, al abrigo de la bien engrasada insutria canadiense, que tantos trastornos de competencia le está causando al viejo Hollywood. Riders es otra de robos pero con profusión de frenéticas persecuciones, desde el mismo comienzo, cuando uno de los ladrones le pide al protagonista un poco de hipervelocidad y éste le ofrece una sobredosis, culminada en la artística intervención urbana del coche policial que acaba integrado en un autobús. En este exceso, la película se vuelve tediosa, lenta en las persecucuiones, sean a patines -una especialidad gala-, en paracaídas o en coche. Lo único que podemos resaltar de Riders , por lo chocante, es la virulenta y grosera guerra de sexos que mantienen los policías interpretados por Bruce Payne, habitual y excelente malvado y Natasha Henstridge, la alienígena de Species , erguida sobre tacones altos. RIDERS. Francia-Canadá 2003. Director: Gérard Pirés. Intérpretes: Stephen Dorff, Natasha Henstridge.

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