Una «profe» de lo más guay

Es un producto de calculado diseño industrial aunque sin insultar a la inteligencia del público. Es también un vehículo para que Julia Roberts viaje sobre su inevitable (y condicionante) estigma de estrella. Es, por último, una película con demasiados referentes próximos como para no evitar comparaciones con otras por el estilo, la más directa El club de los poetas muertos , en una dilatada nómina que se remonta a Rebelión en las aulas , aunque en otro tono. Eso en cuanto al profesor que acaba abriendo los ojos a alumnos en principio nada decididos a poner algo de su parte. Había mimbres suficientes para que el guión discurriera con inteligencia sobre un camino condenado al tópico. Se hace imposible no prever lo que sucederá. Resulta a priori muy atractivo el fondo histórico de la Norteamérica más conservadora de los años 50 a través del elitista colegio de Wellesley, que forma mujeres (de elevado coeficiente intelectual) cuya aspiración final es el matrimonio. Frente a esa (de)formación, la profesora Catherine Watson, procedente de la aperturista Berkeley, enseguida obtendrá la oposición del ala más rancia del claustro y la incomprensión de sus alumnas. Roberts se lo come todo, pero no puedes evitar una sensación de cansancio en una actriz condenada al resplandor. Colocarla entre bellezas compensa ese efecto, pero aún así, Mike Newell deja al personaje muy a merced de las circunstancias profesionales y afectivas sin entrara a machete en la disección de la época. Comedia blanda que no hará historia pero hará taquilla. LA SONRISA DE MONA LISA: EE.UU, 2003. Dir: Mike Newell. Int: Julia Roberts, Kirsten Dunst.