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Leonel Morales: fuera hace frío
Absolutamente fascinante el concierto que el sábado ofreció la Orquesta de Castilla y León a las órdenes del director invitado Enrique García Asensio, que vino a sustituir a José Ramón Encinar, junto al pianista cubano, nacionalizado español, Leonel Morales. Pocas veces se tiene la oportunidad de escuchar en una misma sesión los dos conciertos de Rachmaninov, numerados como dos y tres y correspondientes a sus op.18 y 30, respectivamente; y además servidos por un intérprete como Leonel, cuya capacidad de encandilar va pareja con su poder de fascinación y dominio ante el teclado. Pero su extraordinaria labor se vio incrementada más si cabe por batuta de García Asensio. Desde el inicio el maestro valenciano controló las dinámicas al máximo, no permitiendo que la joven orquesta se le desmandara por los atractivos caminos de perdición sonora. Y así todo el concierto resultó una suerte de equilibrado diálogo entre solista y orquesta que redundó en el excelente empaste conseguido entre las familias instrumentales y el piano. De Morales ya teníamos conocimiento por su brillante actuación en el Festival de Música Española, pero lo que sembró en el Auditorio fue de una grandeza pianística fuera de toda comparación actual. Si el concierto nº2 tuvo en él a ese intérprete vibrante, dramático, decidido y luminoso el nº 3 fue aún más impresionante, no sólo por la tremenda dificultad que entraña sino por la forma cómo Morales consiguió con unos breves acordes crear un universo expresivo en ese Intermezzo que es un largo tema que se encadena sin continuidad con el final Alla Breve y en el que mostró todo su poderío dinámico, su virtuosismo centelleante y su técnica más acabada. La Orquesta respondió con precisión a las respuestas del piano, con unas violas fascinantes y todo resultó de un equilibrio pasmoso. Fuera hacía frío.