Los ecos de la Naturaleza

Hay pintores a los que la naturaleza absorbe por completo hasta convertirlos en auténticos anacoretas. Artistas que viven su oración plástica en el silencio de fantásticos valles, en las orillas rugientes de ríos saltarines, al lado de ruinas venerables en las que permanecerá para siempre el eco del tañido de las campanas... y que, como los padres de la Iglesia que moraron en los perdidos valles bercianos, solamente sienten el nirvana de la felicidad cuando son capaces de enfrentarse, en un incruento desafío de belleza, con las cumbres paisajísticas más escondidas. Estos días el café bar Cristal, de la calle del Burgo Nuevo, ofrece la oportunidad de conocer la última obra de uno de esos locos maravillosos, que viven y sueñan inmersos en la naturaleza. El leonés Luis Prado Allende es pintor de enorme oficio y de una gran capacidad de captar las perspectivas más espectaculares de los paisajes . «Me siento completamente feliz -dice- en cualquier rincón de los Picos de Europa, por eso es el entorno que pinto con más asiduidad. Es impresionante la sensación que produce el admirar con éxtasis las torrenteras producidas por el deshielo, los arroyos que poco a poco se van haciendo mayores hasta convertirse en dioses de la naturaleza, como el Esla. Las majestuosas cumbres nevadas. Los bosques de robles, las interminables choperas. Cuando me pongo ante el lienzo intento trasladar las emociones que esas visiones me producen». Allende pinta con enorme facilidad, pincelada segura e innegable acento clásico. El espectador se siente cautivado por el encanto especial de los encuadres escogidos por el artista de entre el enorme catálogo que la naturaleza ofrece en León.