| Crítica | Cine |
Empanada de monstruos
Con la coña de que el fantástico permite virguerías, a los guionistas norteamericanos les da por entrar a saco en los clásicos del género para reinterpretarlos a su peculiar manera. E incluso a trocearlos para cocinar sustanciosas empanadas que introducen en el horno de la taquilla con excelentes resultados. Sobre todo porque sus comensales suelen estar en el target más indefenso, la chavalada, que por razones ajenas lo desconocen todo sobre los precedentes de filmes como Van Helsing . Naturalmente, Hollywood está en su derecho de facturar pirotecnia audiovisual a base de foguetes en apariencia muy bonitos, pero que en cuanto ves uno, ves todos. También el cine es industria, vale, y si Van Helsing provocó overbooking en cientos de pantallas, los exhibidores hicieron caja a cuenta de una legión de chavales que dejaron su rutina para acercarse a una sala. Lástima que este ciclón mediático, promocionado con unos nimios 50 millones de dólares, se haya cargado a cuatro películas españolas, quizá pensadas para degustadores que hace muchas lunas que no van al cine. Una calamidad. Stephen Sommers es un cachondo. Le gusta el terror, la Universal le dotó de un pastón mareante (la chiquillada de 150 millones de dólares...), y el hombre facturó Val Helsing que es como un cómic filmado pero que a los cinco minutos notas que te suena de ver una y cien veces, la más reciente en La liga de los hombres extraordinarios. Los inventores de la hamburguesa, que después se apropiaron de la pizza con pingües resultados, se apoderan ahora de la empanada audiovisual. VAN HELSING: EE.UU. Dir: Stephen Sommers. Int: Hugh Jackman, Kate Beckinsale, Richard Roxburg. 145 min.