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| Crítica | Cine |

Las comparaciones son odiosas

Imagen de una de las escenas de la película

Publicado por
Rosa Porto - león
León

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«Todas las comparaciones son odiosas», es una frase hecha pero tiene gran parte de verdad, sobre todo en lo que a remakes se refiere. Ladykillers no es la excepción que confirma la regla, a pesar de que esta segunda versión la firmen los brillantes hermanos Coen. Y es que el filme original -El quinteto de la muerte- es un clásico del cine británico que no admite réplica. Alexander Mackendrick tras la cámara y un reparto encabezado por Alec Guinness y Peter Sellers son huesos duros de roer, incluso para dos cineastas superdotados para la comedia. Este veredicto inapelable tampoco acaba de hacer justicia a una película inteligente y divertida como esta. Si dejamos a un lado las molestas comparaciones, lo cierto es que son varios los méritos a resaltar. En primer lugar, el que no es una copia servil de su predecesora, algo que en estos tiempos ya es de agradecer: la acción se traslada al sur de Estados Unidos, un reducto de viejas costumbres que sirve de escenario para esta disparatada historia. El segundo acierto de Ladykillers es permitir un auténtico recital de Tom Hanks, que crea uno sus mejores personajes, sólo superado por su papel en Camino a la perdición. No hay duda de que, pasados años de peliculillas y óscares discutibles, está en plena madurez interpretativa. La otra baza del reparto es la inmensa Irma P. Hall, una viejecita que sabe defenderse sola. El resto lo ponen los Coen, guionistas y directores de innegable talento y grandes admiradores de la comedia clásica americana, como ya demostraron en El gran salto o en Crueldad intolerable. Sin ser una de sus mejores obras, consigue hacernos pasar un rato agradable.