| Crítica | Cine |
Dudas robóticas
¿Es posible ensamblar un blockbuster de verano en una película seria? Se diría que casi imposible porque lo primero es incompatible con lo segundo si la taquilla se cruza en medio. Casi la distancia que hay entre el cine industrial de usar y tirar y el cine de tesis, que aporta ideas a un espectador ávido de ellas. Yo, Robot , o más concretamente su director Alex Proyas, lo intenta, quiso hacer algo más que una película de la que nadie hablará en cuanto finalice su periplo por videoclubes y se jubile en reiterados pases televisivos. De partida tomó una novela de Asimov para reinterpretarla, no para recrearla fielmente. Después recurrió a un diseño de producción a la última, con su referente visual más directo en Minority Report de Spielberg. La presencia de Smith aparenta ser la única concesión al mercado. Asumidas esas tres consideraciones genéricas, Yo, Robot no puede escapar al fantasma de lo previsible pese al intento del guión por evitarlo, y los esfuerzos del director por dotar a la trama de un suspense que cree dudas ante el desenlace. Will Smith es el tópico cachas destinado a buscar una solución al problema y seguramente lo consiga. Ahora bien, hay en la película esencias de cine inteligente que impide el despotrique contra la americanada de turno. Pese ser un filme fantástico, hay elementos realistas que contribuyen a una mayor credibilidad: un futuro robotizado ya no es algo utópico. Por todo ello, la película se sale del taquillazo veraniego para evolucionar hacia un cine de género que si no provoca botes de entusiasmo, tampoco resulta un tocomocho total. YO, ROBOT: EE.U., 2004. Dir: Alex Proyas. Int: Will Smith, Bridget Moynahan, James Cromwell. 120 minutos.