| Crítica | Cine |
¿Malas? Quizá bobas...
El cine clónico tiene una ventaja para sus promotores: no tienen que estrujarse mucho los sesos para lograr eficacia taquillera cuando su original ya lo hizo. Los filmes norteamericanos, dirigidos al mayoritario público adolescente, siguen todos el mismo esquema, sean de terror o comedias, en ambos casos protagonizados por chicos-as guapetones-as. En un bosque solitario con una casa en la que hay que ser muy idiota para franquear la puerta, o en un instituto en que nadie parece estudiar y se lo pasan de morirse. Los productores de Chicas malas intentaron salirse un poco del tópico, pero una cosa son las intenciones y otra muy distinta, lo finalmente conseguido. Parte de un best-seller, con el singular titulo de Reinas abejas y aspirantes : cómo ayudar a tu hija a sobrevivir a las camarillas, los cotilleos, los novios y demás realidades del mundo adolescente, obra de Rosalind Wiseman. Resume que una nueva alumna, hasta ese momento residente en África junto a sus padres naturalistas, se matricula por vez primera en un colegio y que pronto descubrirá como no dejó del todo a sus amigos bípedos y cuadrúpedos... Ligues, intriguillas y concesiones al tópico, conformarán una película destinada a amortizar sin esfuerzo su bajo costo. Que se salga de la mamarrachada común para introducir en la trama unas pizcas de irónica mala leche, no la redime de su condición de miembro de un pelotón cinematográfico demasiado nutrido por mucho que la industria les necesite para alimentar el negocio. CHICAS MALAS, EE.UU., 2004. Dir: Mark S. Witers. Int: Lindsay Lohan, Rachel McAdams. Comedia, 97 min.