| Crítica | Cine |
Yogur caducado
Escuela de seducción empieza prometiendo, con la secuencia pre-créditos, muy lubitschiana, que utiliza un cuarto de baño como testigo de la frágil felicidad de la pareja universal. Menos entusiasmo nos provocan los créditos, un tour de force de lugares comunes sobre la guerra de sexos, con caras conocidas como Sergi López o Ana Obregón hablando de los misterios de la convivencia. Maruja Torres le pone colofón a este prólogo temible preguntándose qué tendrá el maldito fútbol. Y ya nos preocupamos definitivamente con el monólogo que mantiene Javier Veiga con la cámara, al estilo de El club de la comedia pero mucho menos ocurrente. Lo demás, el resto del interminable metraje, es ruido en la pantalla, y furia en el espectador. Y es que el argumento y los diálogos de esta tópica batalla entre locutora feminista que odia a los hombres y parado seductor que abre una escuela para conquistar, son el saldo más caprichoso salido del cine español de los últimos años. Escuela de seducción es un suplicio que ni los fans de Abril o Veiga podrán soportar. Éste estaba infinitamente mejor en la incomprendida El año de la Garrapata , o al menos allí actuaba dirigido con un criterio que no existe en esta interpretación que impone el histrionismo ante cualquier cosa. Y Victoria Abril, que parecía recuperada para el buen camino por El séptimo día , se mueve aquí entre la histeria y la desgana, con secuencias ridículas que son un insulto para su talento. Además, Neus Asensi hace de Lina Morgan y la película es un contenedor de publicidad de ¡yogures! Sólo las pequeñas intervenciones de Isabel Ordaz y Berta Ojea nos alivian de tanta tortura. ESCUELA DE SEDUCCIÓN: España. Dir: Javier Balaguer. Int: Victoria Abril, Javier Veiga, Ginés García. 103 min.