Ni por Julianne

Hasta que la ley nos separe no es la segunda versión de la Costilla de Adán , al menos explícitamente, pero las referencias al clásico protagonizado por Katherine Hepburn y Spencer Tracy son evidentes: dos abogados especializados en divorcios cuya rivalidad en el juzgado no puede acabar con la atracción que hay entre ellos. Por supuesto, las semejanzas terminan ahí, porque toda comparación entre las dos convierte a este torpe remedo de Peter Howitt en casi un sacrilegio: con el final de los elegantes títulos de crédito se va al garete todo el aire de alta comedia. A partir de los primeros minutos queda claro que el único propósito de la película es ofrecer una pastelada romanticona para el lucimiento a la pareja protagonista. Es cierto que entre ellos hay cierta química -nada que ver, claro, con la de sus ilustres predecesores- pero el pobre guión que les sirve de apoyo no contiene ni una réplica ingeniosa. Por ello, los escasos noventa minutos que dura este enfrentamiento desinflado se hacen eternos y mortalmente aburridos. De nada valen las piruetas de la trama y el traslado de los protagonistas a Irlanda para intentar captar el interés del espectador, de hecho, el ministerio de turismo de este país podría quejarse de la imagen que se presenta en el filme. Y es que los tópicos y los despropósitos se suceden, por no hablar de la sarta de ridículos personajes secundarios. Tampoco la presencia de Julianne Moore, sin duda una de las mejores actrices de los últimos años consigue levantar el nivel. Por lo que respecta a Pierce Brosnan, a mí sólo me gustaba en Remington Steele... HASTA QUE LA LEY NOS SEPARE: Dir: Peter Howitt. Int: Pierce Brosnan, Julianne Moore, Parker Posey. 85 min.