Cancioneros y otras hierbas

Nadie puede dudar del talento, el entusiasmo y la pasión que el maestro zamorano Miguel Manzano muestra hacia la música tradicional: es autor de numerosos estudios, recopilaciones e investigaciones profundas sobre las manifestaciones musicales de diversas provincias leonesas y castellanas, tiene transcritas y publicadas más de 10.000 canciones de tradición oral, es ponente habitual en congresos y encuentros nacionales e internacionales, ostenta la cátedra de Etnomusicología del Conservatorio de Salamanca... y, además de todo ello, dirige el grupo Alollano, que ya va por su tercer disco: Del olor de la hierbabuena , otro eslabón de su gran proyecto «El tesoro del cancionero popular español». Un gran profesional, pues, y temas de siempre editados con lujo, sí, pero ¿a quiénes van a interesar? ¿a los investigadores? ¿a los etnógrafos? ¿a los musicólogos? voces cansinas, coros planos, instrumentos tocados con pereza... nada indica que esta formación pertenezca al siglo XXI, pues hacen de la música popular (que es por definición lo activo, lo cambiante, lo divertido) algo rancio y aplanado, en absoluto adecuado para ser escuchado por las nuevas ni por las viejas generaciones a causa de su laxitud y falta de espíritu, quizás válido tan sólo como mero suministrador de temas y melodías para otras bandas más emprendedoras. Pero claro, como hacen «Música de Castilla y León» (que es tanto como decir «música de Asturias y Cantabria», o de «La Rioja y Navarra»), pues han sido editados espléndidamente por RNE y la Fundación Siglo para las Artes, una entidad que depende directamente del Gobierno de esta extraña autonomía. Flaco favor se hace así al salvamento y promoción de la música tradicional.