Cerrar

Imagen promocional de la película «Confidencias muy íntimas»

Publicado por
Eduardo Galán
León

Creado:

Actualizado:

Deambulando entre pasillos oscuros y porteras fisgonas, el arranque de Confesiones muy íntimas evoca a El último tango en París , aunque la historia de amor que nos van a contar es mucho más contenida pero igualmente perturbadora. Sandrine Bonnaire se equivoca de puerta y, en lugar de visitar a un psiquiatra, entra en el gabinete del asesor fiscal Fabrice Luchini, que recibe hipnotizado sus confesiones y se enamora de sus sollozos. Cuando se aclara el equívoco, confesor y confidente continúan la relación, cambiando los roles en sucesivos encuentros que van a precipitar el rumbo de sus vidas. El resultado es que Patrice Leconte, el director de Monsieur Hire y El marido de la peluquera , consigue su mejor película, contándolo todo en sordina, al ralentí, entre desenfoques amorosos del gran operador Eduardo Serra, que retrata los rostros de los protagonistas con una calidez arrobadora. Bonnaire está espléndida, la edad la ha convertido en una de las actrices más fascinantes del cine francés, como demostró en la injustamente desconocida La vida . Aquí tensa su sonrisa franca y dolida como un arco cargado de dientes y abre la habitación cerrada en el interior de Luchini, que se sale en la réplica de niño envejecido, con su cara de payaso antipático, rígido como un Nosferatu, trastornado y atrapado entre el placer y el dolor por el amanecer de las confidencias. «¿Es más importante lo que me cuenta o lo que me esconde?», se pregunta. La soberbia dirección de actores alcanza también a Anne Brochet, la ex mujer del asesor; a Helene Surgere, la vieja secretaria, y a Michel Duchaussoy, el psiquiatra que invoca los «divanes profundos como tumbas» de Baudelaire. CONFIDENCIAS MUY ÍNTIMAS. Francia, 2004. Director: Patrice Leconte. Intérpretes: Sandrine Bonnaire, Fabrice Luchini, Anne Brochet. 102 minutos.