Bendita improvisación

El ex director general del Cesid y teniente general en la reserva Javier Calderón y el coronel de artillería retirado Florencio Ruiz afirman en su libro Algo más que el 23F que el golpe fue improvisado en pocos días, lo que a su juicio explica en cierto modo su afortunado fracaso. Esa es la tesis que desarrollan, a tenor de los datos e informaciones que han recopilado en su libro sobre el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, que en su opinión pudo ser el mayor atentado contra la transición democrática y pudo cuando menos interrumpirla durante un periodo de tiempo. El ser improvisado -explicó Calderón en Zaragoza en la presentación de la obra, editada por La Esfera de los Libros- hizo que muchos detalles no estuvieran debidamente ajustados, con lo que se ganó el tiempo suficiente como para poder abortar el intento de golpe de Estado. Un intento, dijo, en el que el ex teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero jugó un papel de desencadenante y decisorio a la hora de marcar el día y modo para el golpe y en el que, apuntó Ruiz, el ex general Alfonso Armada fue el chivo expiatorio que cogieron los muñidores del golpe. Ruiz recalcó que Armada, con quien mantuvieron una larga conversación, no tomó parte en la decisión ni en la ocupación del Congreso, ni creemos que supiese que el Congreso se había tomado hasta que se tomó, y después se le hizo chivo expiatorio, porque en la defensa los principales inculpados pretendían que la responsabilidad llegase al Rey. «El mismo Armada nos llegó a reconocer que la víspera, el día 22, se enteró por Miláns de que iba a pasar algo al día siguiente», destaca.