Otro innecesario «remake»

Hubo una época ya lejana en la que en Hollywood se rodaban dos versiones específicas de la misma película, una destinada al público internacional, y otra exactamente igual, pero con actores hispanos, para que la pudieran disfrutar exclusivamente los espectadores que hablaban español. Esa aberración, tan grave como la nefanda y paleta práctica de doblar las películas, con sus variantes, vuelve a perpetrarse estos días con el rodaje de ciertos remakes, que siguen a pies juntillas el original, sin apenas introducir cambios en su sustancia o apariencia formal que pudieran de algún modo justificar el regreso a un filme ya conocido. Esto es lo que ha ocurrido precisamente con El grito, versión norteamericana de la primera parte de La maldición, del japonés Takashi Shimizu. Con el objeto de preservar en todo lo posible el espíritu de la obra que la inspiró, El grito se rodó en Japón, incluso con varios de los mismos actores de ese país que ya habían trabajado en la cinta original, a los que se sumó el supuesto -muy real de cara a la taquilla; la película arrasó en Estados Unidos- atractivo de Sarah Michelle Gellar, actriz que ha hecho del salir corriendo, poner cara de susto y gritar cuando la ocasión lo requiere sus únicas virtudes como intérprete. En una tarea de milimétrica reconstrucción, plano por plano, Shimizu vuelve a contarnos lo mismo sin ninguna pasión ni matiz que añada interés a su anterior trabajo. Un profesor norteamericano, que trabaja en Japón, se suicida, mientras una joven estudiante de esa misma nacionalidad descubre en una misteriosa casa que algo muy extraño está ocurriendo. En verdad hay que estar muy predispuesto para sentirse atrapado por esta pretendida muestra de terror psicológico, en el fondo, un ruidoso, frío y vacuo artificio que nada esconde en su interior. EL GRITO. Dirección: Takashi Shimizu. Intérpretes: Sarah Michelle Gellar, Bill Pullman. Terror.