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Una comedia con pinceladas dramáticas y dosis de erotismo

Publicado por
César Wonenburger
León

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Bien acogida en el recientemente clausurado Festival de Berlín, la nueva propuesta del realizador catalán Ventura Pons ( Manjar de amor , Anita no pierde el tren ) adopta un estilo visual voluntariamente desaliñado, nervioso, con esa cámara que nunca se está quieta, para dar esa apariencia de inestabilidad, de incertidumbre permanente en la que se encuentran instalados los personajes de su ficción, sobre todo el principal. Santi Millán, en su trabajo cinematográfico más convincente hasta la fecha, es Pere-Lluc, un funcionario en excedencia de la Generalitat sin demasiada suerte en la vida. Hasta el momento se ha limitado a dejarse ir, sin grandes metas ni ilusiones, a la espera quizá de encontrar algún día esa razón de ser, ese acontecimiento inesperado que lo aleje de su idiota, previsible y rutinaria existencia, otorgándole un sentido nuevo y diferente. Todo empezará a cambiar cuando conozca a Sandra (Cayetana Guillén Cuervo en estado de gracia), aburrida de la vida en pareja con un tipo corriente y vulgar que, sin embargo, le aporta seguridad y cariño. Del encuentro entre Pere-Lluc y su amante saltan chispas y algunos de los mejores diálogos de una película que, como casi en todo el cine de Pons, deudor a gran distancia del de Woody Allen, provoca y seduce al espectador con ingeniosas y pertinentes reflexiones sobre aquello que importa de verdad. Lo único que choca a veces es que personajes como el de Guillén Cuervo tengan un discurso claramente más elaborado de lo que permite aventurar su limitada educación. En ese sentido, se nota demasiado que es Pons, quien ahora vuelve a recurrir a una novela de su admirado Lluis-Anton Baulenas, el que habla realmente por boca de sus criaturas. Hecha esta salvedad, esta comedia con pinceladas de drama resulta ágil, entretenido y muy actual. Hay mucha más verdad aquí que en Spanglish , por ejemplo. «AMOR IDIOTA»: España, 2005. Dir: Ventura Pons. Int: Santi Millán, Cayetana Guillén-Cuervo. 105 minutos.

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