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Robert de Niro y Dakota Fanning en una escena de la película

Publicado por
Miguel Ángel Fernández
León

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El título es un derroche de inteligencia: El escondite ... Te escondes y te buscan. Como en el juego, si te encuentran pierdes. Sucede que una cosa es divertirte haciendo el chiquillo y otra que te tomen por el pito del sereno. John Polson elige la última opción, y eso no agrada. Hay dos personajes principales, trazados a blanco y negro, a cara y cruz, como con las cartas por delante. A eso de la mitad del metraje, Polson descubre que uno de ellos tiene los naipes marcados. En ese momento, el espectador con las neuronas equilibradas, rompe la baraja. Y si no abandona la mesa (perdón, la butaca), es porque le da corte levantar al resto de espectadores de la fila. El tahúr es el director por recurrir a la truculencia más descarada y previsible, con De Niro como cómplice sorprendente, en uno de esos trabajos alimenticios que nunca debiera aceptar un actor de su prestigio por mucho que necesite la pasta para el proyecto Tribeca. Asumido el tocomocho -vale, el cine también es negocio-, el crítico haría bien en concluir su crítica, pero como debe cumplir con los dos mil caracteres exigibles, El escondite admite ubicarla en el cine de género con suspense coyuntural y golpes de efecto, ideado sobre todo para público adolescente y su periferia, que son los que más frecuentan las salas. Quien busque la oportuna ración de sustos, naturalmente los tendrá. A favor, señalar su impecable factura técnica, de manual, como no podía ser de otra manera en un presupuesto de 45 millones de dólares. Y la cría, Dakota Fanning, un auténtico monstruo de la escena, lo mejor sin duda de El escondite. EL ESCONDITE. EE. UU. 2005. Director: John Polson. Intérpretes: Robert De Niro, Dakota Fanning, Famke Janssen.