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Paraísos perdidos
Una de las imágenes de esta comedia submarina
Una buena parte del cine independiente norteamericano de la última década pasa por el tratamiento extravagante. En esa familia excéntrica, junto a Jonze, Gondry y Charlie Kaufman, se ubica Wes Anderson, que con Life aquatic consigue una sátira inteligible y recomendable, después de películas abiertamente marcianas y plomizas, como Ladrón que roba a ladrón, Academia Rushmore y Los Tenenbaum, una familia de genios. En Life aquatic, Anderson repite con su inseparable actor fetiche Owen Wilson, que le acompaña desde los primeros cortos. Y la fidelidad del director va más allá de la familia Wilson, extendida a Luke, hermano de Owen, prolongándose en actores como Bill Murray, Seymour Cassel o Anjelica Huston, todos presentes también esta película. Incluso el equipo técnico, del que sobresalen el excelente músico Mark Mothersbaugh y el vetarano operador Robert Yeoman, se repite de uno a otro título del director. Así que Life aquatic es una película hecha entre hermanos de celuloide y sobre las anómalas familias protagonistas de las historias de este auteur desechable. Bill Murray reincide en su habitual trabajo lacónico y estoico haciendo una disparatada parodia del comandante Cousteau, gorrito rojo incluido. Recrea una suerte del célebre documentalista, convertido en un chapuzas aventurero, inseguro y viejo enamorado de jovencita, que emprende su último viaje, como un tristón Nemo, rodeado de una troupe de locos, buscando, como Acab, un gigante y luminoso pez mítico, con los interludios maravillosos de la aparición de Cate Blanchett a la luz de las medusas, o el baile del apareamiento de los cangrejos de azúcar. Y eso es lo más apreciable de este filme de aventuras: su carga melancólica sobre los paraísos perdidos y las arrugas encontradas. LIFE AQUATIC, EE. UU. 2004. Dirección: Wes Anderson. Intérpretes: Bill Murray, Owen Wilson, Willem Dafoe, Cate Blanchett. Duración: 114 minutos.