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| Crítica | Música |

El pianismo de Héctor Sánchez

El joven y virtuoso pianista

Publicado por
Miguel Ángel Nepomuceno
León

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Es un verdadero placer el tener entre nuestros intérpretes a un pianista de la calidad, entrega y entusiasmo que posee Héctor Sánchez, un joven cuyas excelentes maneras de hacer música y servirla al respetable va unida a su inmejorable preparación y a una especial forma de elegir los programas que es un deleite para quien lo escucha. El pasado viernes brindó en el auditorio Ángel Barja un comprometido y denso programa, con obras de Scarlati, Beethoven, Haydn, Chopin y Granados, que no tuvo desperdicio de principio a fin. Un programa que muchos de los consagrados dudarían poner en dedos y sonrojar de vergüenza a todos esos «bajateclas» que pululan actualmente por las salas de conciertos sin rubor alguno, pavoneándose como Craso ante sus alumnos, cuando saben que la mayoría de ellos les da ya ciento y raya sin mover un músculo. Uno de los males endémicos de este país radica en que, por lo general, ni los propios profesores y próceres de la música asisten a los conciertos y sólo acuden a ellos cuando son sus propios intérpretes o los dan personas muy allegadas e influyentes de las que esperan obtener alguna prebenda con el tiempo. Menos mal que en el caso de Héctor Sánchez sus profesores fueron los más apropiados o al menos el supo tomar de cada uno lo mejor que tenía para llegar hasta donde está que ya es mucho. Su forma de entender a Scarlatti y Beethoven me gustó más que el rubato que le otorgó a Chopin, y su fraseo contundente y expresivo en las Goyescas de Granados fue cuanto menos colorista y punzante. Haydn me entusiasmó especialmente por el refinamiento y la elegancia con las que Héctor lo cinceló con exquisitos trazos, pero como muestra de sus excelente pianismo el Beethoven de la Walenstein, poderoso, con exposiciones muy elaboradas donde la mano izquierda trabaja superponiéndose a ella con ritmos sincopados. Pedal sobrio aunque lo suficientemente tenido para que los finales de frase tuvieran ese eco evanescente que produce sensaciones oníricas. Sin apenas esfuerzo, dando esa sensación de dominio, de conocimiento del material sonoro y tímbrico que le otorgan horas de estudio y de trabajo podó de todo ornamento innecesario su digitación para hacer que la melodía colorease bajo la alegra floración de líneas expresivas. Un hermoso concierto con un joven que lo dio todo y se ganó al público por su excelente pianismo.

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