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Juliette Binoche y Samuel L. Jackson en una imagen de la película

Publicado por
Miguel Ángel Fernández
León

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Admite John Boorman que calzaron en el guión la subtrama sentimental entre la escritora blanca (Binoche) y el periodista negro (Jackson), para ilustrar lo mal vistas que estaban las relaciones interraciales en la Sudáfrica inmediata a la caída del apartheid... Mal hecho, queda como un pegote porque no responde a ningún hecho real, como al contrario ocurre con el resto de la trama. In my country no parece digna de un cineasta como Boorman, con credenciales tan respetables como A quemarropa , Deliverance, Zardoz o Excalibur . Suena a caótica, como si no tuviera claro qué demonios quería hacer una vez adquirido el compromiso de filmar. Tomó el libro de la sudafricana Antjie Krog para denunciar el genocidio de la minoría blanca sobre la mayoría negra en Sudáfrica durante varias décadas, a la sombra de las comisiones de la Verdad y la Reconciliación, que el recién elegido presidente Nelson Mandela promovió para juzgar los continuados y sangrientos sucesos racistas del apartheid. Otra cosa fue convertirlo en imágenes. Boorman, ya septuagenario, denota haber perdido fuelle. La factura es torpe, los escasos recursos del guión a priori atractivos, se desaprovechan, y se introducen personajes secundarios que no acaban de cuajar. El torturador Brendan Gleeson resulta una caricatura, la subtrama familiar relacionada con Binoche queda insustancial y en general se birla al patio de butacas el horror de los testimonios vividos en el tribunal. De haber tenido In my country a un rutinario funcionario de la cámara, sus carencias quizá habrían obtenido mayor condescendencia crítica, pero en Boorman es imperdonable semejante patinazo. Denunciar para sensibilizar es elogiable, pero no basta. UN PAÍS DE ÁFRICA. In my country: Gran Bretaña-Irlanda-EE UU., 2004. Director: John Boorman. Intérpretes: Juliette Binoche, Samuel L. Jackson, Brendan Gleeson.

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