| Crítica | Cine |
Inteligencia épica
Si en un encadenado de secuencias espectaculares al mejor estilo made in Hollywood se prescinde del barullo y la estridencia, hay cine de altura, aunque medien lógicos intereses industriales. Natural que 130 millones de dólares de presupuesto persigan la taquilla, pero bienvenido sea si El reino de los cielos propone reflexiones que nunca sobran, sobre todo cuando cuestiona los perniciosos efectos del fanatismo religioso. El filme de Ridley Scott admite una lectura coyuntural a la luz de la cruzada emprendida por Bush y sus aliados, sea en Afganistán o Irak, llámese Sadam Hussein o Bin Laden. Conviene recordar que con Bush está la ultraderecha católica de su país. El autor de Gladiator acredita una suficiencia artística y profesional que garantizaba un rumbo no errático a su incursión en el período entre segunda y tercera Cruzada, a finales del siglo XI. Sostiene Scott que un cineasta no está obligado a trasladar sus ficciones al rigor ambiental e histórico. Ahora bien, si lo hace será un valor añadido. Como El reino de los cielos . La historia de Balian de Ibelín en su peripecia en Jerusalén y finalmente enfrentado a Saladino, cuida los detalles. Un impecable trabajo de dirección artística, aunque Scott insista en el tic de los filtros, manía de su etapa publicitaria, aunque aquí no chirríe como otras veces. Admite su pasión por la épica, también reconoce que el filme debió recortarlo a 145 minutos, dejando sus 225 originales para el DVD. El reino de los cielos se aleja de la fantasía heroica y del cansino filón de espada y brujería . Es otra de sus virtudes. Referencia final a quien encarna a Saladino, el actor árabe Ghassam Massoud. Fascinante. Como la película. EL REINO DE LOS CIELOS: Dir: Ridley Scott. Int: Orlando Bloom, Eva Green, Liam Neeson, Jeremy Irons. 145 min.