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Los superhéroes de la película son cutres, sucios y calvos

Publicado por
Eduardo Galán
León

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Hay que reconocerle cierta gracia a este batiburrillo que responde al título de Kung-fu-sion . Pero sin exagerar, como ha hecho una buena parte de la crítica joven de medio mundo, desde la norteamericana hasta la española, calificando de obra maestra esta broma ocurrente y enérgica. Lo que sí queda claro es la poderosa capacidad narrativa y de creación visual de su director, Stephen Chow, también versátil intérprete, encarnando al mercenario miserable que, al final del cuento, descubre su chakra de shaolin. Kung-fu-sion brilla sobre todo por el tono infantil y feroz que no desfallece en hora y media. Destaca por su deseo de huir de la solemnidad, pero el autor sólo puede concebir la puesta en escena desde la grandilocuencia. En esa voluntad hay una crítica parodia de las películas de artes marciales cargadas de fatuas pretensiones esotéricas y una apología de la destrucción que incluye incontables referencias a los dibujos animados de todas las nacionalidades y tiempos. Pero los homenajes están también despojados de cualquier mitificación. La película recorre con vitamínica desvergüenza toda la historia del cine en una antología realmente ecléctica: Sergio Leone, Tarantino, Fred Astaire y Ginger Rogers, El padrino de Coppola, El resplandor de Kubrick, las Delicatessen de Jeunet y Caró y hasta un encantador uso de la danza del sable de Kachaturian, como tributo a Orson Welles. Esta aura cutre que lo invade todo, alcanza, lógicamente, a los superhéroes, que sudan, son sucios y calvos y participan en las hazañas y peleas vestidos con camisetas, pijamas, batas raídas, rulos y chancletas. KUNG-FU-SION. (Gong Fu). Hong Kong. 2004. Director: Stephen Chow. Intérpretes: Stephen Chow, Lam Tze Chung. Comedia de acción. Duración: 98 minutos.

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