Parece otro...

De entrada preguntamos: ¿Qué hacen dos actores como vosotros (Morgan Freeman y Bob Hoskins) en un filme como este? También se podría cambiar por ¿Cómo se puede desperdiciar tiempo y dinero en algún proyecto con Jet Li? Las preguntas las provoca de sopetón Danny The Dog previamente al visionado. Curioso, porque superado el trance de meterse a verla, ambas preguntas deben ser liberadas de sus prejuicios para reconocer que es cosa distinta a lo que promete a priori. Morgan Freeman está muy profesional en el personaje de un hombre ciego que no pasa de virtuoso del piano. O sea, ni tiene poderes extraordinarios ni va de sobrado. Como Hoskins, un original mafioso. ¿Y Li? Casualmente, su registro de huérfano en busca de su pasado, convertido en un arma de guerra por su amo, acaba siendo el mejor papel de su insulsa carrera de mazas, sucumbido a la manía cíclica de Hollywood de sacarse de la manga a otro sucesor de Bruce Lee. Tampoco debería sorprender mucho considerando que el artífice, además de guionista, es el francés Luc Besson, autor de Kamikaze 1999 o la sugerente y millonaria El quinto elemento . El trabajo de Louis Leterrier debe ligarse a tal circunstancia, que implica una fuerte dosis de ironía, amor hacia el cine de acción con ingredientes orientales, y la evidencia de facturar una producción ambiciosa. 43 millones de dólares se ponen al servicio del segundo trabajo de Leterrier, autor de la curiosa Transporter (2002). De propina, Massive Attack se estrena como compositor de bandas sonoras. Por todo ello, Danny The Dog , que requiere un cierto grado de complicidad para ser asumido sin traumas, no es el churro que aparenta, pese a no ser la octava maravilla. «DANNY THE DOG»: Dir: Louis Leterrier. Int: Jet Li, Morgan Freeman, Bob Hoskins. Acción. 103 minutos.