| Crítica | Cine |
Un futuro cinéfilo
Las películas futuristas o de anticipación han tenido éxito desde los inicios del cine y, prácticamente, desde los inicios de la literatura. Nombres como Verne, H.G. Wells o Philip K. Dick han pasado a la historia gracias a su imaginación sobre lo que nos deparará el futuro y al éxito de sus posteriores adaptaciones cinematográficas. Antes de ver la esperada versión de Spielberg sobre La Guerra de los Mundos resulta interesante acercarse a Código 46 , del inglés Michael Winterbottom. En un futuro cercano, nuestro globalizado mundo no permite viajar más que con «papeles» especiales para determinadas personas y, como en otras historias parecidas, no permite las relaciones amorosas entre quienes puedan ser genéticamente semejantes. De esta forma surge la imposible relación entre un investigador de falsos «papeles» (Tim Robbins) y una falsificadora (Samantha Morton), quienes no tardarán en violar ese código 46. La historia, aunque original, bebe de numerosas fuentes: las excelentes Blade Runner o Gattaca en la recreación de la sociedad futura o Breve Encuentro y Lost in Translation para la historia de amor (¡con escena en karaoke oriental incluida!). En cualquier caso, la frialdad de la relación y del propio personaje de Robbins hacen que el filme no alcance la extraordinaria pasión contenida de Breve Encuentro y el hecho de que el mundo que se nos muestra nos recuerde otros ya aparecidos (como esa mezcla de idiomas que ya aparecía en Blade Runner ) resta originalidad y calidad a la película. A pesar de todo, la película es sugerente y entretenida por lo que resulta recomendable para los amantes de historias de amor prohibido y para los que especulan sobre los peligros de la procreación en fríos laboratorio.