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Spielberg, el Grande
Spielberg sabía que no podía dejar el protagonismo a esos gigantescos y mortíferos trípodes extraterrestres que para funcionar necesitan una materia prima abundante en la Tierra. O tenía una historia con personas normales, antihéroes, o La guerra de los mundos se parecería demasiado a la muy olvidable Independence Day . El autor de varias obras maestras debería renunciar al éxito fácil porque está en su mejor momento creativo. Y así es. La película sorprende por su apariencia modesta, porque hay efectos especiales que ni atosigan ni ensordecen. También por sus personajes de carne y hueso aunque la moraleja final no evite un cierto paternalismo. Hasta consigue que se toleren casualidades que bien podría haberse ahorrado en la trama. Dicho esto, conviene recordar que estamos ante un espectáculo, nunca ante una película de tesis. Brillante, pero espectáculo. Tom Cruise es un divorciado en las antípodas del padre ejemplar. Un desastre al que un acontecimiento exterior pone a prueba. Es el mejor Spielberg. Hay una serie de pequeñas piezas, singulares obras maestras, que a modo de puzzle jalonan la trama hasta darle consistencia. Véase cuando Cruise confiesa a su hija su imposibilidad de cantarle una nana porque no la sabe o la secuencia del sótano. Algo queda claro desde el principio: quienes atacan la Tierra buscan destruirla, por eso la alternativa era centrarse en la gente para sacarles lo mejor y lo peor. La novela de Wells y el texto radiofónico derivan en un guión que Spielberg aprovecha. Incluso Cruise olvida parte de esos tics que amenazan con convertirle en una reiteración. La guerra de los mundos , cine serio que reivindica el espectáculo. «LA GUERRA DE LOS MUNDOS», Dirección: Steven Spielberg. Intérpretes: Tom Cruise, Dakota Fanning, Miranda Otto.