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Xavier (Romain Duris) y Wendi (Kelly Reilly), viven un dulce reencuentro

Publicado por
César Wonenburger
León

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En la sesión a la que me tocó asistir, algunos espectadores abandonaron la sala más o menos a los quince minutos de película; la mayoría, en cambio, aguantó hasta el final, créditos incluidos. La anécdota es ilustrativa sobre el funcionamiento de un filme que comienza rematadamente mal, levanta el vuelo hacia la mitad y acaba en punta, dejando la impresión final -tras sus dos horas largas de metraje- de que los euros no han sido gastados en balde. El francés Cédric Klapish retoma ahora a algunos de los personajes de su anterior Una casa de locos . Los veinteañeros de entonces han mudado de década, y con ésta sus problemas. Los sueños de sus años universitarios se han desvanecido, ni el trabajo es lo que creían ni el amor resulta una apuesta fácil. Como portavoz de todos ellos, el realizador recupera a Xavier, a través del cual retrata las cuitas existenciales que pueden atenazar a cualquier urbanita europeo de hoy. Podría ser un gran escritor, sin embargo el mercado sólo reclama mediocres guionistas. Le ronda la idea de encontrar a una pareja estable, pero cuando lo intenta, la promesa incierta de otras amantes (el abordaje a la chica africana es de lo mejor) lo desvían de su objetivo. Xavier (un solvente Romain Duris) vive el tiempo de las decisiones tan aturdido como esa Europa algo esquizofrénica, llena de posibilidades pero a la vez agotada, sin saber hacia dónde va, que Klapisch recrea con pulso algo nervioso y tono ligero. Las virtudes de esta comedia dramática podrían resumirse en un par de ideas para digerir, un personaje central bien perfilado, rostros hermosos y la posibilidad de contemplar algunos bellos planos de ciudades tan fascinantes como París o San Petersburgo. Más de lo que hoy ofrece la media. «LAS MUÑECAS RUSAS»: Dir: Cédric Klapisch. Int: Romain Duris, Audrey Tatou, Kelly Reilly. 125 minutos.

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