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Manuel Vicent fue Premio Nadal en 1986

Publicado por
Esther L. Calderón
León

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El escritor valenciano Manuel Vicent ha reunido una treintena de sus caricaturas literarias en el libro Retratos , una suma de «intuiciones» sobre políticos, artistas y literatos que describen en su conjunto los últimos treinta años de la historia de España. El Rey Don Juan Carlos y el Príncipe Felipe, los cinco presidentes del gobierno de la democracia, Concha Piquer, Lola Flores, Rafael Alberti, Fidel Castro, Sadam Hussein o George Bush son sólo algunos de los personajes a los que el escritor y periodista ha querido «sacar jugo», mirándoles siempre, según explica desde «un ángulo inesperado e inédito». Un enfoque que busca ante todo la sorpresa en el lector y que, dijo, «se parece más a una caricatura literaria que a una biografía corta», ya que en todos los retratos ha optado por desarrollar explícitamente unos rasgos definitorios del personaje sobre otros. Así, en el caso de Lola Flores se resalta líricamente su taconeo furioso contra el cáncer en sus últimos 25 años de vida, de Aznar su «españolismo chulesco» que «ha hecho que brotaran como hongos los independentistas» y a Adolfo Suárez lo imagina Vicent como un «actor secundario» en una película de romanos que «acabará cortando el bacalao, aunque los compañeros de reparto lo ignoran todavía». El autor de Tranvía a la Malvarrosa confesó que, dejando a un lado afinidades políticas, es necesario «querer literariamente» al personaje, puesto que, si no provocase al escritor ningún tipo de inquietud, sería imposible que surgiese una faceta por la que abordar el conjunto. Vicent, que en estos días ultima el final de su nueva novela, titulada Verás el cielo abierto explicó que apenas se documenta antes de entrevistar a los personajes para que el dato no le distraiga a la hora de observar «el modo de mover las manos, de mirar o su convicción al hablar». Más tarde, «cuando sólo queda el humo de la memoria», comentó, ese recuerdo que «ha quedado en el aire» tras la primera impresión personal, llega el momento de rememorar por escrito. El escritor confiesa sentirse muy orgulloso del retrato que le hizo a Gutiérrez Mellado, un hombre que ante las balas del Congreso «no se permitió siquiera el deshonor de un reflejo condicionado» y del de Concha Piquer, que siempre mira «con ojos de mora valenciana desafiante». Este tipo de escritos «necesitan dorarse a fuego lento» para alcanzar su máxima dimensión, afirma tajante.

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