Cine añejo

Una izquierda letal, un corazón de oro y una sorprendente historia. Con semejantes ingredientes, es lógico que el boxeador James J. Braddock figure por derecho propio en la galería de mitos que tanto gustan a la Norteamérica más tópica. Cuentan también que en Hollywood tienen al realizador Ron Howard por buen tipo. Ser buen tipo en una industria tan cainita, debe equivaler a una reencarnación de Francisco de Asís o casi... Obviando la restante filmografía de Howard, (ex actor infantil y juvenil que participó junto a John Wayne en su despedida del cine, El último pistolero), Cinderella Man confirma a qué se refieren sus colegas cuando le tienen en tal consideración. Es más, su aproximación a la peripecia de Braddock durante la Depresión lleva a suponer su mucha sintonía con el personaje, tanta que, de no mediar hechos reales, pasaría por un cuento de hadas apadrinado por Disney o dirigido por Frank Capra, el mayor propagandista del país del Tío Sam antes y durante la posguera. Braddock se las pasa canutas junto a su familia en la creencia de vivir en el mejor de los países, convencido de que las adversidades son pruebas que el ser humano debe aprender a superar. Lo de pon la mejilla y la otra también. Pero es una producción de 2005, con la sociedad de medio mundo habiendo perdido ya demasiada inocencia... Por eso Cinderella Man sabe a añeja en el mensaje y en la forma. Howard opta por la corrección a niveles extremos. Ambientación impecable en una estructura, desarrollo y planificación del guión, muy propia de los años cuarenta, cuando al cine le tocaba vender ilusión y buenos sentimientos a la sociedad de su país y del mundo. Cinderella Man parece de otro planeta. Que Russell Crowe esté impecable y que Howard reivindique su solvencia no hace a la película memorable. CINDERELLA MAN: EE. UU. 2005. Director: Ron Howard. Intérpretes: Russell Crowe, Renée Zellweger, Paul Giamatti. Drama. Duración: 144 minutos.