| Crítica | Cine |
Carne de Pacino
Pocos actores quedan, capaces de arrastrar a una película hacia el éxito. Al Pacino, por ejemplo. Igual que todas las adaptaciones literarias, más aún con la universalidad del Shakespeare de El mercader de Venecia, tenía el handicap de recrear una trama ya conocida. Lo sabía el británico Michael Radford (autor de 1984 o El cartero y Pablo Neruda) cuando afrontó el texto, como también sabía que el proyecto ganaría valor si un actor del prestigio de Pacino, aceptaba encarnar al judío Shylock. A partir de ese momento se garantizaba el respeto del público y la crítica al reunir en su persona dos interesantes cualidades. La primera, que todavía genera buenas taquillas, y la segunda, que pertenece a esa rara casta de actores capaces de mantener un primer plano durante minutos sin agotar la paciencia al espectador. Conseguido Pacino, había que dotar a la producción del toque qualité necesario para colocar El mercader de Venecia en las pantallas sin condenarlo al gueto de los cinéfilos. Un diseño de producción riguroso, que incluyó exteriores naturales en Venecia para visualizar la ciudad del siglo XVI, completó los atractivos necesarios que, a priori, garantizan un filme digno de goce. Irons con su habitual pose de atormentado, aquí bien encajada, y Fiennes, rememorando un registro parecido al lucido en Shakespeare in love , sumaban dividendos al proyecto. Y el resultado no decepciona. Lograr equilibrar en imágenes la sutileza del texto entre drama y comedia, evitando que el desenlace no sobrepasara en exceso la farsa, es mérito de Radford. Sobre todo cuando ya conocíamos la historia de la libra de carne que el judío Shylock deseaba cobrarse del comerciante Antonio. Cine adulto para todos los públicos. EL MERCADER DE VENECIA: Dirección: Michael Radford. Intérpretes: Al Pacino, Jeremy Irons, Joseph Fiennes .