Todo por la pasta

No sin cierta polémica ha logrado estrenarse una de las películas españolas más esperadas de la temporada. La mala prensa -o buena, que en estos caos nunca se sabe- se ha debido esta vez a las críticas que el autor de la obra de teatro original, Jordi Galcerán, ha vertido contra la adaptación cinematográfica de su Método . Al no haber visto representado, ni leído el texto de Galcerán, permítasenos centrarnos exclusivamente en los resultados del filme. Lo primero que hay que alabarle a Marcelo Piñeyro, un realizador de coherente trayectoria, es su trabajo con los actores, importantísimo en una película que se desarrolla en el ámbito reducido, frío, claustrofóbico de las dependencias de una empresa, donde se encuentran recluidos varios candidatos a un puesto de ejecutivo, de un modo que podría recordar a cintas como Glengary Glenn Rose o Smoking Room . Piñeyro logra hasta que Eduardo Noriega actúe, algo poco común, y el resto de sus compañeros están espléndidos, desde la siempre sólida Adriana Ozores hasta el descubrimiento que para algunos supondrá Pablo Echarri. El relato, basado en un guión ágil e inteligente -pero que pierde algo de fuerza en su último tramo-, muestra la lucha despiadada entre varios cachorros del nuevo orden capitalista, a la caza y captura de un empleo bien remunerado. Lo cierto es que, según el aséptico, descarnado y feroz retrato que se hace de ellos, dan bastante más miedo estos salvajes con MBA que los desesperados africanos que estos días intentan saltar la valla en Melilla. Un buen ejemplo de que puede existir otro cine español: moderno, interesante, de buena factura y comercial, más allá del coyuntural «torrentismo». «EL MÉTODO»: Dir: Marcelo Piñeyro. Int: Eduardo Noriega, Najwa Nimri, Eduard Fernández, Adriana Ozores.